domingo, 8 de febrero de 2015

Ballivián, única calle con tradición de Carnaval de la urbe

La última calle carnavalera de Santa Cruz de la Sierra es la Ballivián, la misma que se apresta para el jolgorio del próximo fin de semana lleno de bebidas, de agua, de tinta, de música y de alegría, festividad que es promovida por la fraternidad del mismo nombre, que desde hace 23 años no ha parado de organizarla.

Los antecedentes festivos de la calle Ballivián se remontan a la época del desaparecido Juan Áñez, más conocido por ‘Juan Bulla’, que vivía a dos cuadras de lo que hoy es el primer anillo. Contrataba bandas y tamboritas que no dejaban de tocar durante cuatro días, hasta que los músicos se cansaban y huían porque su contratante aún pedía seguir en la juerga.

El tambo Comercio, de propiedad de un cura llamado Avelino Costa, fue parte de la vida de esta calle, el cual subsistió hasta 1978, cuando desa-pareció la última sala de alquiler para vivienda y en su lugar se levantaron modernas casas de una planta o de varios pisos, quedando solo en el recuerdo de las personas que pasan de los 50 años.

Con el paso del tiempo, en la Ballivián era famosa la casa de espera de don Juan Araúz, que durante muchos años recibió con alegría a las comparsas con sus bandas de música, a la que asistían sus vecinos.

Los residentes de la Ballivián, entre Oruro y Cobija, decidieron cerrar la vía hace 23 años para que el Carnaval sea callejero, a la vez que se formó la fraternidad a la que denominaron Ballivián-Tambo Comercio, que cada año elige a su reina, que este 2015 es Margarita Bravo, aunque su rey momo, que era vitalicio, falleció hace tres meses.
Hace 10 años tomó la posta Juan Carlos Pedraza ‘Kilin’, que no ha cesado de que perviva la alegría cada año, aunque existe el descontento de los vecinos de las calles más cercanas a la plaza 24 de Septiembre.

Fantasía
La Ballivián también es famosa por las casas de alquiler de trajes de fantasía, cuyos propietarios también se han afiliado a la fraternidad carnavalera.

Además, en una de sus esquinas vivió el artista plástico Marcelo Callaú, fallecido en 2004, el cual legó a la ciudad una importante obra artística pictórica

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